domingo, 11 de agosto de 2013

MI FORTALEZA DE LAS MAÑANAS ES MI DEBILIDAD DE LAS NOCHES

Yo, como muchos de ustedes, me levantaba sin apetito y desayunaba poco y nada, aún hoy, cuando le pregunto a alguien: ¿qué desayunás?, me responden: “muy poco, a la mañana no tengo hambre”. Es que comemos muy mal, nuestra distribución de los alimentos durante el día es errónea, por eso estamos siempre con kilos de más y una eterna insatisfacción digestiva. Digamos que por las mañanas nos sentimos fuertes para decirle NO a las tentaciones y a cualquier comida, pero ¿qué pasa con el correr de las horas?, el organismo no puede andar sin combustible y se va desatando una especie de olas de hambre y ansiedad que subsanamos deficientemente, además lejos de nuestros hogares, en los trabajos, se complica, y al llegar la tardecita noche sucumbimos ante cualquier delicia o porquería que se nos presenta. Es decir, ese “poder” que tenemos por las mañanas, de tomar distancia y decir que NO a las tentaciones, lo perdemos por completo luego de tantas horas de aguantar, y así, sin "poder", encaramos el único momento de comer y alimentarnos como Dios manda, con una ansiedad por las nubes y un hambre que no parece acabar nunca. Por las noches no sabemos cuál será el último bocado, mientras que por las mañanas no nos interesa ninguno, por las noches no paramos. La ansiedad la tenemos tan elevada al final del día que aún después de cenar sentimos la necesidad de comer algo dulce, y luego algo más y así hasta el infinito….
Por todo eso, un día me dije: voy a hacer lo opuesto a ver qué pasa. Me levanté, y aunque no sentía hambre, me preparé un desayuno de reina con fruta, huevo, pan integral, 5 frutas secas, media palta chica y mate con cascaritas de naranja, para mi asombro no tuve ataques de hambre ni de ansiedad en todo el día, pude controlar la compulsión de picotear entre horas, pude organizarme un almuerzo tardío, como a las 14.00 horas, sin estar desesperada de hambre, por lo que no me lancé a comer cualquier porquería, sino todo lo contrario, sentí que tenía el “poder”, que te otorga la ausencia de hambre y de ansiedad frente a la comida, eso me permitió seleccionar un menú sano y natural, luego no tuve ataques de hambre durante la tarde, lo que me permitió llegar a la hora de la cena en calma, pude armar un plato sano sin picoteos previos no POSTERIORES a la cena. ¡ALELUYA!, sentí que había descubierto la pólvora del equilibrio y del éxito con las comidas.
En nuestra sociedad se desestima por completo el desayuno, y cuando se hace es de pésima calidad. Aquí, en esta parte del planeta un buen desayuno es una taza de café con leche con medialunas, o tostadas con manteca y dulces, o con queso, o  lácteos y copitos de cereal en caja. Pero yo me atreví a mejorarlo y a pensar en qué necesita mi organismo como nutrientes, y no qué prefieren mis papilas gustativas. Así fui reemplazando una cultura por otra, ya que uno come según la cultura que se nos enseñó o según lo que aprendemos del medio que nos rodea, como a través de la TV, lo que leemos, etc.. Lo que menos quiero para mi organismo es toda esa grasa saturada y trans de la bollería y de tanto lácteo, en cambio ahora me atrevo  a agregar alimentos como claras de huevo, de vez en vez un huevo entero, palta, frutas, frutas secas, avena, pan integral amasado al agua de buen origen, como el hecho en casa, pasta de porotos negros, rojos, soja, lentejas, pepinos, otras verduras, etc. Desayunar bien no solo me alimenta, me permite controlar mi apetito durante el resto del día y bajar la ansiedad evitando usar a la comida como “calmante” o anti ansiolítico, me permite comer menos cantidad, no necesito comer a media mañana ni a media tarde, puedo hacer un almuerzo y una cena tranquila sin desesperaciones ni sensación de sacrificio.

RESUMIENDO
MIS TIPS

·      Un buen desayuno, rico en nutrientes, me baja la necesidad de comer todo el tiempo durante el resto del día y me baja la ansiedad.
·      Un buen desayuno, rico en nutrientes, me ayuda a comer menos al final del día, a no picotear y a no tener la necesidad de comer cosas dulces después de cenar.
·      Un buen desayuno, rico en nutrientes, me alimenta, me ayuda a tomar mejores decisiones y a rendir física y mentalmente para lo que me proponga.
n las comidas.