domingo, 11 de agosto de 2013

MI FORTALEZA DE LAS MAÑANAS ES MI DEBILIDAD DE LAS NOCHES

Yo, como muchos de ustedes, me levantaba sin apetito y desayunaba poco y nada, aún hoy, cuando le pregunto a alguien: ¿qué desayunás?, me responden: “muy poco, a la mañana no tengo hambre”. Es que comemos muy mal, nuestra distribución de los alimentos durante el día es errónea, por eso estamos siempre con kilos de más y una eterna insatisfacción digestiva. Digamos que por las mañanas nos sentimos fuertes para decirle NO a las tentaciones y a cualquier comida, pero ¿qué pasa con el correr de las horas?, el organismo no puede andar sin combustible y se va desatando una especie de olas de hambre y ansiedad que subsanamos deficientemente, además lejos de nuestros hogares, en los trabajos, se complica, y al llegar la tardecita noche sucumbimos ante cualquier delicia o porquería que se nos presenta. Es decir, ese “poder” que tenemos por las mañanas, de tomar distancia y decir que NO a las tentaciones, lo perdemos por completo luego de tantas horas de aguantar, y así, sin "poder", encaramos el único momento de comer y alimentarnos como Dios manda, con una ansiedad por las nubes y un hambre que no parece acabar nunca. Por las noches no sabemos cuál será el último bocado, mientras que por las mañanas no nos interesa ninguno, por las noches no paramos. La ansiedad la tenemos tan elevada al final del día que aún después de cenar sentimos la necesidad de comer algo dulce, y luego algo más y así hasta el infinito….
Por todo eso, un día me dije: voy a hacer lo opuesto a ver qué pasa. Me levanté, y aunque no sentía hambre, me preparé un desayuno de reina con fruta, huevo, pan integral, 5 frutas secas, media palta chica y mate con cascaritas de naranja, para mi asombro no tuve ataques de hambre ni de ansiedad en todo el día, pude controlar la compulsión de picotear entre horas, pude organizarme un almuerzo tardío, como a las 14.00 horas, sin estar desesperada de hambre, por lo que no me lancé a comer cualquier porquería, sino todo lo contrario, sentí que tenía el “poder”, que te otorga la ausencia de hambre y de ansiedad frente a la comida, eso me permitió seleccionar un menú sano y natural, luego no tuve ataques de hambre durante la tarde, lo que me permitió llegar a la hora de la cena en calma, pude armar un plato sano sin picoteos previos no POSTERIORES a la cena. ¡ALELUYA!, sentí que había descubierto la pólvora del equilibrio y del éxito con las comidas.
En nuestra sociedad se desestima por completo el desayuno, y cuando se hace es de pésima calidad. Aquí, en esta parte del planeta un buen desayuno es una taza de café con leche con medialunas, o tostadas con manteca y dulces, o con queso, o  lácteos y copitos de cereal en caja. Pero yo me atreví a mejorarlo y a pensar en qué necesita mi organismo como nutrientes, y no qué prefieren mis papilas gustativas. Así fui reemplazando una cultura por otra, ya que uno come según la cultura que se nos enseñó o según lo que aprendemos del medio que nos rodea, como a través de la TV, lo que leemos, etc.. Lo que menos quiero para mi organismo es toda esa grasa saturada y trans de la bollería y de tanto lácteo, en cambio ahora me atrevo  a agregar alimentos como claras de huevo, de vez en vez un huevo entero, palta, frutas, frutas secas, avena, pan integral amasado al agua de buen origen, como el hecho en casa, pasta de porotos negros, rojos, soja, lentejas, pepinos, otras verduras, etc. Desayunar bien no solo me alimenta, me permite controlar mi apetito durante el resto del día y bajar la ansiedad evitando usar a la comida como “calmante” o anti ansiolítico, me permite comer menos cantidad, no necesito comer a media mañana ni a media tarde, puedo hacer un almuerzo y una cena tranquila sin desesperaciones ni sensación de sacrificio.

RESUMIENDO
MIS TIPS

·      Un buen desayuno, rico en nutrientes, me baja la necesidad de comer todo el tiempo durante el resto del día y me baja la ansiedad.
·      Un buen desayuno, rico en nutrientes, me ayuda a comer menos al final del día, a no picotear y a no tener la necesidad de comer cosas dulces después de cenar.
·      Un buen desayuno, rico en nutrientes, me alimenta, me ayuda a tomar mejores decisiones y a rendir física y mentalmente para lo que me proponga.
n las comidas. 

lunes, 29 de julio de 2013

EL PICOTEADOR SIEMPRE ENGORDA SIN DARSE CUENTA



En mi opinión la gente come demasiadas veces al día, además de picotear durante la previa de las cenas y almuerzos. El descontrol hace muy difícil tener una idea clara de cuánta comida metemos en la boca. Es habitual escuchar decir: “pero si no como nada”. Tal vez no lo recuerden. Para saber si somos picoteadores te propongo un ejercicio: mañana, desde que te levantas hasta que te duermes por la noche, trata de comer sólo a horarios, es decir: desayuno, almuerzo, merienda y cena, sin tocar ningún comestible entre horas NI durante los preparativos de las comidas, nada, sólo trata de comer lo que te sirves en el plato formalmente. Vas a descubrir que tu mano va sola a buscar donde sabe que hay algo tentador, y tendrás que hacer un esfuerzo muy grande para no comerte eso que tienes delante y que fuiste a buscar. Seguramente te aparecerá lo que llamo "el síndrome de abstinencia del picoteador", no podrás creer las veces que buscarás algo para comer durante el día y la ansiedad que te dará el tratar de no hacerlo. Este ejercicio te servirá para tomar conciencia de lo mucho que uno come sin darse cuenta.
Picoteamos mientras charlamos con amigos antes del plato principal, durante una tarde antes de preparar la cena, antes y durante los momentos de cocinar, a media mañana, antes del almuerzo, cuando nos ponemos nerviosos, contentos, ansiosos, tristes, en el trabajo, en un café, etc., etc. Por eso, es que picoteando podemos engordar sin darnos cuenta 4 o 5 kilos en un año, y en 10 años puede ser terrible, entonces culpamos a la edad, a la menopausia, a los embarazos, etc. Pero pocas veces hacemos un mea culpa. Yo descubrí, que cuando estoy en casa todo el día mi mano busca picotear de manera casi autómata y si no estoy atenta pierdo el control de las veces que pasé por la cocina y comí. Lo mejor es ser sinceros y buenos observadores de la autoconducta, sin esa mirada de la realidad no será sencillo lograr equilibrar el peso y el ánimo.
Haz el ejercicio y luego me cuentas.

RESUMIENDO
MIS TIPS

  • ·      Trata de comer sólo a horarios rigurosos.
  • ·      Descúbrete cuando picoteas y deja lo que te ibas a comer en dónde estaba.
  • ·      Conocer tus hábitos más inconscientes son una buena herramienta para avanzar.


domingo, 28 de julio de 2013

LA AUTOINFIDELIDAD

Siempre relacionamos a la fidelidad o infidelidad como una virtud interpersonal, es decir: desde el otro hacia uno y desde uno hacia el otro, pero nunca nos cuestionamos cuán fieles nos somos a nosotros mismos. Por ejemplo: nos prometemos comer menos, comer sano, no picotear dulces por las noches, sin embargo no somos fieles a nuestras propias promesas, pareciera que traicionarnos todo el tiempo es "normal", sin embargo, luego de la auto traición viene la angustia, que solemos calmar con otra traición. ¿Desde qué lugar ejemplar esperamos que los demás nos sean fieles si somos incapaces de serlo con nosotros mismos?, digamos que para un esposo o novio también le es muy difícil no tentarse con una chica linda que se le cruza por el camino, y con el mismo criterio con el que nosotros rompemos nuestro pacto de autofidelidad y respeto, él también estaría en su derecho de romper su pacto de fidelidad ante nosotras y darse un "gustito" de vez en cuando. Sin embargo seríamos capaces de no perdonárselo nunca y divorciarnos si nos enterásemos. Pero cuando se trata de uno mismo nos faltamos el respeto a menudo y nos traicionamos todo el tiempo. Cuando no tenemos la fuerza de voluntad para cumplir con nuestro propia promesa de no comer cosas dulces después de cenar, y tirar  por la borda todo el esfuerzo del día, nos sobreviene una profunda angustia en lugar de sentirnos felices. Yo creo que esa angustia tiene un trasfondo más profundo que el hecho de haber comido un chocolate de más, o lo que sea. Creo que lo que más nos duele es que no podemos sernos fieles a nosotros mismos y perdemos nuestro "poder", porque en el fondo nos damos cuenta que si NO podemos con nosotros mismos ¿cómo haremos para poder con los demás y con el mundo que nos rodea?. Un día descubrí que conforme comenzaba a poder serme fiel y a no romper mis propias promesas para conmigo misma, comenzaba a sentir fuerza, poder, y así me hice verdaderamente fuerte. ¿Sabés por qué nos es más fácil serle fiel a los demás y nos cuesta tanto sernos fieles a nosotros mismos?, yo te lo puedo responder: porque somos vulnerables a que el otro nos abandone por mala conducta, en el fondo sabemos que al amor de los demás no lo tenemos comprado y que si le faltamos el respeto podrían dejarnos, en cambio a la única persona a la que podemos faltarle el respeto infinitamente es a nosotros mismos, ya que no podemos abandonarnos, por eso somos tan flojos cuando se trata de nosotros.
Yo descubrí que si lograba "respetar" mis autopromesas en esos momentos en que me siento débil frente a la tentación, me haría muy fuerte y esa fortaleza, que es la más difícil de lograr, me haría aún más fuerte frente a los demás y frente al mundo que cada vez se complica mas.
Te invito a recapacitar sobre esto, salvo que desees seguir con ese terrible bajón post autotraición. Serse fiel a uno mismo es el primer escalón para lograr los objetivos.

domingo, 19 de mayo de 2013

ALGO DULCE DIET PARA EL ATAQUE DE ANSIEDAD NOCTURNO

Desde la mañana hasta la tardecita nos es más fácil controlar la ansiedad por comer algo dulce, pero a la noche y después de cenar se desata el tigre, entonces lo arruinamos todo por no poder controlar ese monstruo que nos pide, sin parar, comer dulces. Yo propongo algunas técnicas o tips para ir erradicando este impulso incontrolable. Pasan varias cosas: una, es que al haber comido alimentos a base de hidratos refinados, azúcar, grasas y conservantes, además de la sal que se les pone para realzar el sabor, generamos dos cosas: 1) un reflejo condicionado que se dispara a la misma hora cada noche pidiendo aquello que le damos a esa hora cada día, 2) al ser productos industrializados o hechos con ellos, el organismo es adicto a esas sustancias y desespera si no le damos. 
Por todo lo expresado les sugiero comenzar a reemplazar productos de ese tipo con otros hechos en casa con productos naturales, estos no te darán adicción y podrás manejar mejor la ansiedad en los momentos críticos.
Si a pesar de modificar o canjear estos dulces se te desata el monstruo y no te alcanza con una porción y sientes un deseo desenfrenado por seguir comiendo, te recomiendo inaugurar un rincón de confesión en tu casa. Es decir, elige un lugar en donde pondrás un sillón o silla cómoda, un espejo para mirarte a los ojos, una pequeña mesita con un anotador y lapicera. Entonces ni bien se te desata la ansiedad irrefrenable, vas a ese rincón, te sientas y mientras te miras al espejo haz las siguientes preguntas: ¿por qué quieres comer más?, ¿tienes hambre?, ¿qué necesitas tragarte para no verlo o escucharlo? y deja espacios para ver qué te viene a la mente, sean palabras o imágenes anotalas en el cuaderno. Luego de unos minutos confesándote te sentirás con menos ansiedad y fuerzas para no sucumbir frente a la comida. Otra cosa que debes aprender a hacer es a elaborar la "estructura de demora", es decir, cuando te viene el ataque por comerte lo que ya sería un exceso, vete rápido a otro lado de la casa, o a caminar y así lo vas corriendo hasta que de pronto te sientes más fuerte para no hacerlo.
Otro tips es tener siempre postres diet NATURALES, no de los que venden en supermercados que son industriales y engañosos, no te satisfacen, no te llenan y te dan más ansiedad. Como también comidas hechas para armar una cena o almuerzo rápido sin sentir que ponerte a cocinar será largo y en el interín picotearás de todo.
Ejemplo: cada tanto prende el horno y aprovechas para hacer salados y dulces como: cortar rodajas de verengenas sin pelar y sin pasarlas por sal, rodajas de zapallos verdes, anaranjados, los que te gusten, rodajas de cebolla morada o blanca, batatas y papas sin pelar, choclos envueltos en su cáscara, etc. Así cuando tengas que comer y estás cansada te haces un rico plato de verduras cocidas con frescas, un huevo revuelto o duro, como te guste y haces un rinconcito en la fuente para hornearte unas pechugas o carne roja sin grasa para comer frías o calentadas. También te aconsejo tener legumbres cocidas como lentejas, garbanzos, soja, porotos rojos, negros, etc. así enriqueces tu plato. El día que cocinas esto puedes lavar y cortar verduras frescas listas para usar, rallar zanahorias, etc.
Para los postres, aprovechas el día que prendes el horno y horneas manzanas enteras y peras enteras, hasta que se oscurecen y se caramelizan en sus propios jugos. Son riquísimas, no necesitan azúcar porque sus azúcares se intensifican, aquí va la receta de un postre dulce, crocante, diet y de solo 2 elementos: "pera al horno y galleta de arroz sin sal":
Horneas las peras hasta que se oscurecen y se ablandan, paraditas sobre una fuente "sin nada", yo uso las menos maduras porque no se desarman y son más sabrosas y mantienen más fibra, luego corto media pera y la pongo sobre una galleta de arroz. Si quieres le puedes poner unos hilos de miel sobre la galleta, y un poco de canela sobre la pera.
¡FUERZA!! ¿VOS PODES!!

sábado, 11 de mayo de 2013

Mi otra mirada de la vejez

Los paradigmas sociales frente a la vejez nos pone la mirada sobre los aspectos puramente estéticos , pero de una estética comparativa con la de la juventud, razón por la cual nos obliga a focalizar las metas de tratamiento hacia lo imposible, y a hundir el cuerpo emocional en una profunda y larga depresión, revalorizando la juventud y descalificando automáticamente a la vejez, al punto de creer que ser viejos nos transforma en personas caducas, vencidas, como un alimento que ya no se puede consumir. Pero el problema no es de quienes nos quieren poner en ese lugar, sino de nosotros que lo aceptamos y bajamos la cabeza en busca de las mil cirugías, que lejos de llevarnos de regreso a los años mozos, nos hacen ver más viejos y penosos. Nos olvidamos que una persona grande, tiene algo mucho más importante que una persona joven, tiene más "años" en la vida, en cambio la persona joven no los tiene y quién sabe si los tendrá. Porque, en definitiva, lo más importante es "estar" en la vida, y que yo sepa, los viejos están desde hace más tiempo en ella que los jóvenes, vieron más, escucharon más, saben de ella más, la conocen más, la disfrutaron más, la sufrieron más, y aún están en ella igual que un joven, pero estos últimos no estuvieron los años anteriores. Yo veo en los más viejos o en los más añosos, a seres de consulta, a guías que pueden compartir sus experiencias. En esta sociedad se descartan a los más grandes, sin embargo en sociedades que conservan tradiciones como los grupos indígenas se mira al viejo con admiración y cada arruga le da un valor agregado en experiencia y en vida vivida, como los anillos de un tranco, y se los cuida porque son ellos los que guían al joven a una vida más segura y feliz.
No vivas tu madurez con sentimientos de pérdida, al contrario, hay que vivirla con sentimientos de ganancia, porque ya tenemos más años asegurados en la vida. Yo te doy fe que con ejercicio corporal y facial, buenos hábitos alimenticios, bajando el estrés y haciendo una vida sencilla, dándonos el tiempo para hacer aquellas cosas que nos hacen sentir pleno, podés tener una maduritud hermosa por fuera y por dentro. Si te deterioraste es porque te lo permitiste. No te deprimas por la edad, deprimite por dejarte estar, ponete en acción, modifica tu sedentarismo, tu alimentación, no comas en exceso, hacé mi gimnasia facial y corporal, no te enojes tanto, mira todo lo lindo que tenés y que lograste, ponete proyectos, como estudiar algo, aprender un arte, oficio, etc. y verás como tu vejez se transformará en una bendición. La vejez no es algo "feo" lo feo es lo "mal" que te trataste para verte mal. Tratate y cuidate como una reina de la salud y amarás tu maduritud.

lunes, 22 de abril de 2013

SER o NO SER

Cuántas veces escuché decir: "me arrepiento tanto de no haber hecho tal o cual cosa", como si estudiar una carrera determinada, terminar el secundario, estudiar un idioma, hacer un negocio, formar una familia, etc. fuesen causas perdidas. Me da la impresión de que cuando somos jóvenes y sin compromisos nos relajamos porque vemos al futuro como una hoja en blanco y nos sobra tiempo para escribirla, pero un día, de pronto, nos encontramos casados, con hijos o simplemente atrapados en un trabajo que nos insume todo el día, y entonces, esa realidad, se transforma en el último renglón de la hoja, y ponemos todos aquellos deseos, de "ser", en el cajón de las cosas perdidas. ¿No será que necesitamos una buena excusa para no intentarlo y seguir en ese lugar de comodidad en el que nos pusimos, aunque nos frustre un poquito?, ¿acaso las realidades y situaciones en las que nos ponemos son inmodificables?, ¿ser esposos, padres o empleados es incompatible con construirse en otras áreas?, ¿será cobardía?, ¿qué nos impide, verdaderamente, tratar de ser lo que deseamos?. Yo creo que hay un poco de muchas cosillas que sería bueno analizarlas si deseas avanzar con algo. Voy a dividir dos grupos: uno, los que por tener una familia sienten que ya es tarde de ser aquello que soñaron alguna vez. Otro, los que por trabajar casi todo el día sienten que ya es tarde de hacerse tiempo para estudiar una carrera, de formar una familia, ser un artista o tener un negocio propio. Ahora pensemos juntos: cuando uno desea "ser" algo en la vida (artista, abogado, médico, panadero, locutor, madre, etc.) se "siente" en el cuerpo más allá de la razón. Cuando uno necesita tantas condiciones para ponerse a hacer lo que desea "ser", es porque lo que desea es otra cosa, es decir que no es lo que decimos desear ser lo que nos mueve sino las condiciones en las que imaginamos haciendo eso. Por ejemplo: si lo que deseo es cantar no me va a importar si tengo 20 años, si lo hago en el Colón o tengo 50 años y lo hago en el jardín, pero si lo que me emociona es el éxito que imagino tener cantando, entonces, no es el canto lo que deseo, sino el éxito que este me puede dar. Para el primer ejemplo no veo por qué no darse el gusto de hacer lo que uno desea, en cualquier etapa y contexto de la vida, y ser, finalmente, lo que deseamos ser, más allá de los resultados económicos y del reconocimiento social. En cambio para el segundo ejemplo queda claro que no es cantar lo que nos mueve sino el deseo de ser exitoso haciendo eso, y como nadie nos puede asegurar el éxito...mejor echarle la culpa al matrimonio, a la falta de tiempo, a los hijos, etc., etc..
Lo primero que debemos hacer es preguntarle al cuerpo "qué le hace feliz hacer", dejar de lado a la razón que nos confunde y especula, cerrar los ojos e imaginarse haciendo y siendo aquello que decimos desear, y si el cuerpo siente cosquillas, alegría corporal, comodidad, seguridad e identidad, entonces no te detengas. Pero si lo que te viene a la mente es una fantasía que no tiene que ver con lo que deseas ser sino con lo que crees que esto te dará, entonces no deseas SER lo que dices desear,  deseas el contexto social o económico que imaginas que eso te dará.
Lo que nos da identidad nunca puede estar superditado al resultado. Uno puede amar SER madre y sentir que eso nos define como individuo, pero no significa que deba ser la mejor madre del mundo, se es como se puede, no se espera ser exitoso para permitirse ser lo que deseamos. No se es músico solo con la garantía de tener éxito, simplemente se es músico porque se siente bien y se es feliz haciendo música. 
Los que tanto justifican las mil razones por las cuales no son lo que desean ser es porque no tienen claro lo que quieren. Se ES o no se ES sin importar los resultados económicos o sociales. Muchos estudian para ascender en una escala social, aunque dejen atrás lo que verdaderamente aman ser, otros prefieren la comodidad de un matrimonio y luego culpan a la familia por no haber "podido" dedicarle tiempo a lo que soñaban ser, cuando en realidad lo que les faltó fue ganas de esforzarse y salirse de la zona de comodidad e inercia. Otros no tuvieron la voluntad de estudiar en la nocturna o los fines de semana y prefieren culpar al "laburo" que los dejó sin tiempo. Créanme, yo tuve que vencer muchas zonas complicadas para ser lo que deseaba, pero luché y seguiré luchando por "ser" lo que amo ser, porque eso es lo único que me identifica, lo que me hace ser distinta del resto, lo que a mi cuerpo le hace bien en los momentos más duros de mi vida, porque cuando hago lo que soy encuentro un recreo, un descanso, es como una balsa en medio de un naufragio. Y es mentira que solo se puede ser una sola cosa, se puede ser todo lo que quieras en las distintas etapas de la vida, en el orden que tu decidas. Muy pocas cosas no se pueden pasado el tiempo: ser mamá biológica con menopausia, bailar en el Colón comenzando de grande, entre otras. Pero sí podés ser madre del corazón y adoptar un niño o simplemente hacerte cargo de uno y ser tan mamá como otras, y si te gusta bailar lo podés hacer, yo, por ejemplo, doy clases de ballet a señoras grandes y somos muy felices bailando, no necesitamos hacerlo en el Colón para sentirnos bailarinas.
Animate y comienza a SER lo que deseas ser desde este instante, no importa cuanto tardes, el camino te hará feliz, y tampoco te preocupes hasta dónde llegarás, porque una vez que comiences a hacer lo que deseas ser, te sentirás bien.

lunes, 15 de abril de 2013

NO TE DEPRIMAS, el momento es AHORA

Como siempre, voy a escribir basándome en mi propia historia y compartirlo contigo porque SE que esto nos pasa a todos en algún momento de la vida, con distintos argumentos, pero quién no sintió hundirse y perder la dicha por la vida que parece imposible volverla interesante como para seguir en ella.
Cuando era joven, digamos que hasta los 40 años, mi cuerpo emocional era un torbellino de emociones llenas de sueños y esperanzas, me sobraba energía, sentía que todo era posible, que solo tenía que ponerme en marcha. Hice muchas cosas, formé una familia, una profesión, estudié, un programa de TV, hice un método de gimnasia, escribí un libro, tomé buenas y malas decisiones, pero mi vida era un continuo "avanzar", porque a pesar de cometer errores siempre tenía un proyecto entre manos y un buen ánimo para llevarlo a la práctica. Hasta que, lentamente, comenzaron a suceder cosas que hicieron mi vida muy dura de vivirla, cada día me pesaba tanto que, les juro, mi único alivio era tirarme en mi cama y dormir. ¡Estuve tan triste!, ni yo lo podía creer. Durante "años", aunque no lo creas, lloré adentro de mi auto camino al trabajo, todos los días. Nadie lo veía ni lo sabía, solo mis hijos, esposo y mamá, para el resto fui la Vero alegre de siempre. Durante esos años mantuve mi instituto, mis alumnas y mi vida con un esfuerzo sobrehumano, fue terrible. La única luz que me ayudó a seguir luchando fue saber que deseaba con toda mi alma volver a sentirme bien y recuperar mi entusiasmo. Me NEGABA a sentir que mi tiempo de oportunidades habían quedado en el pasado, y a pesar del profundo dolor que llevaba a todas partes y a toda hora, luché conmigo misma por recuperar la alegría, el entusiasmo, el equilibrio emocional y mi belleza física que también se desvanecía. Me negué profundamente a creer que los años y los problemas podían llevarse sin retorno a mi juventud física y emocional. Muchas cosas juntas me sucedieron y ahora que lo puedo ver con distancia y emocionalmente fuerte, me doy cuenta de el esfuerzo que hice por salir a flote, pero LO LOGRÉ, por eso lo quiero compartir, para darte un poquito de esa luz que me ayudó. No fue solo deprimirme por el paso del tiempo y verme envejecer, esa fue una lucha paralela a otras más complejas, luchas que guardé en hermético secreto y que aún no estoy segura de compartir, por amor a mi familia, pero te puedo decir sin mucho detalle algunas cosas, porque no hay nada peor que dejar a la gente con la intriga. Cuando nació mi hija en el 98 yo estaba en un gran momento, era feliz por todos lados, mi vida me encantaba, tenía un esposo enérgico, hijos sanos, mi programa de TV me daba tantas satisfacciones, las alumnas me amaban, yo estaba llena de planes. Pero mi vida no había sido siempre así, mi infancia, adolescencia y primera juventud fueron dolorosas, me faltaba todo y de todo. Por eso nunca pensé que la vida me daría coletazos tan duros nuevamente, creía que ya había sufrido suficiente y que ahora me tocaba el bienestar. No estaba preparada para lo que vino. En primer lugar no sabía que existía gente envidiosa capas de hacer daño, y me hicieron mucho daño. Eso fue difícil de transitar, pero sobre llovido mojado, y en el mejor momento de la vida y de la edad tuve que "recibir" y aprender a vivir con la enfermedad de quién más amaba, en el ceno más íntimo de mi familia, ahí donde uno es mas vulnerable, ahí recibí un balazo. Primero lo minimicé, luego me esperancé y luché, luchamos, luego me fui agotando y finalmente enfurecí y me deprimí profundamente. Me volví irritable, hipersensible, triste. Comencé a luchar contra la enfermedad, el desánimo, contra mi vejez, contra mi tristeza, contra mi mal carácter, contra la economía, y cerré mi local de ropa, dos de mis tres institutos, porque no podía sostener tanto en un país que se caía como yo, y para colmo, lo único que me conectaba con ustedes y mi SER profesional y que me daba un recreo de alegría, también desapareció, mi programa de TV, porque el canal cerró. Mis días eran: levantarme a las 6 de la mañana, ir a trabajar 15 horas, volver a casa, ver todo sucio y revuelto, deprimirme, enojarme, limpiar, llorar, comer y dormir. Yo se que esto es una sorpresa para ustedes que siempre me vieron feliz. Pero hasta en los momentos más desoladores LUCHÉ por volver a sentirme bien nuevamente. Lo único que NO hay que hacer es bajar los brazos, quedarse inactivo. Es bueno llorar, enfurecer, pero quedarse quieto internamente como si nada es lo peor. No es verdad que hay un momento para cumplir sueños y darse el gusto de ser y hacer lo que nos hace bien. Hoy, luego de una larga pelea por "rescatarme" estoy reescribiendo mi historia con entusiasmo y con algo que antes no tenía: paz. Hoy, con algunas décadas más vuelvo con mi programa de TV, lo rescato como lo hice conmigo,y para mi sorpresa me veo tan joven y vibrante como antes. Hoy vuelvo a disfrutar de mi hogar y nació, en mi, la paciencia y la resignación que se necesita para tener la grandeza de disfrutar con los seres amados junto a la enfermedad. Yo sufrí, mucho, pero nunca me quedé quieta, luché internamente por salir y encontrar la alegría. Nunca dejé de generar pequeños productos y proyectos como DVDs de gimnasia, programas de TV fallidos, cursos, estudiar, etc. Lo hacía sin sentirme feliz y con un miedo terrible, hasta llegué a pensar que nada tenía sentido, pero nunca dejé de QUERER, de DESEAR, con todo mi corazón, SENTIRME BIEN nuevamente.
Vos también podes volver a sentirte feliz con tu vida. No te critiques, no te digas: "ya estoy vieja", "mi tiempo ya fue", y esas cosas que solo te hacen inútil. En ningún lado está escrito que hacer cosas y escribir una historia feliz es para una determinada edad o situación. Uno tiene la edad que siente. Otro día te voy contando qué hago para verme tan joven, aunque ya lo intuís: mi gimnasia corporal y facial, comida sana y natural, dormir bien y disciplina. Ahora quiero inyectarte un cachito de esperanza y entusiasmo a hacer de tu vida la vida que quieres vivir. Tu momento es AHORA, es cuando uno lo decide. No te deprimas, salí, viví.
Verónica Lercari

martes, 12 de febrero de 2013

Disfruta ahora de lo que sí tienes

Cuando miro hacia atrás tengo la sensación de haber estado ausente en cada momento de mi vida. Es decir: cuando era soltera sentía que me "faltaba" un compañero para disfrutar mi vida,  cuando lo encontré sentí que si no me casaba no sería feliz porque me "faltaría" el matrimonio: cuando me casé me embaracé de inmediato para que no me "falte" la familia soñada; cuando nació mi primer hijo sentí que me "faltaba" realizarme profesionalmente,  y así con todo. Me perdí de DISFRUTAR mi soltería, mi noviazgo, a mi esposo, la infancia de mis hijos, mis logros profesionales, etc..  Hoy se que nunca se tiene todo en un mismo tiempo. Por ejemplo: cuando tienes juventud y belleza, no tienes prestigio, o dinero, o una familia, etc. Cuando llegas a tener prestigio, o una gran familia, o una posición económica, ya no tienes la juventud y belleza de antes, etc.. Digamos que la vida es una sucesión de hechos que no se dan al mismo tiempo, mientras logras algo vas perdiendo otras cosas o simplemente se transforman o quedan en el pasado. Si no aprendemos a disfrutar de lo que nos toca tener en el tiempo que sucede,  seremos infelices siempre.
Imagina a tu vida como una mesa de 4 patas: una es tu cuerpo, tu salud, tu profesión, tus amigos, tu belleza y todo lo que hace a tu ser como individuo; otra es tu relación de pareja, y todo lo que tiene que ver con esa persona; otra es tu familia, tus hijos; y la cuarta es tu bien estar económico. Esperar que la mesa tenga las 4 patas del mismo largo para comenzar a disfrutar sin que se nos vuelque toda dicha por la pata más corta es un error. En la vida, mientras una pata crece otra se acorta, la tabla de la mesa nunca está en equilibrio, pero el secreto es: mientras nos ocupamos de la corta, disfrutar de las patas más largas en cada momento presente.
Ojalá te ayude a disfrutar de lo que sí tienes en este momento.

Verónica Lercari

lunes, 4 de febrero de 2013

Construye tu persona y sentirás el alma llena

Sentirse "vacío" no es nada nuevo para tanta gente. Hasta yo, que no paro de hacer cosas, me he sentido así, como si fuese un huevo de pascuas con forma de conejo pero adentro "nada". Claro que eso de estar haciendo cosas "siempre" tampoco es tan verdadero. Observo que las veces que me he sentido vacía responden a momentos de mi vida con conductas similares, y que hoy puedo identificar y me gustaría analizarlas contigo, porque tal vez te ayude a activarte si estás pasando por algo así.
Pasar las horas mirando la tele, leyendo revistas superfluas, y hablando todo el día de los demás, de famosos, de los noticieros, vecinos, familiares, etc., etc., no invertir tiempo en hacer algo para mi desarrollo personal. Un estado de "mirar al mundo", sin participar, que te empuja hacia un espiral en el que solo podés sentir una angustia indefinida pero profunda y muy real. No tener ganas de nada, como si el cuerpo pesara toneladas, cumplir con el trabajo pero luego volver a "hecharse" como un perro cansado de tanto caminar. No se sale así nomás de un estado como ese. Lo primero es reconocer que uno se empantanó, lo segundo es desear volver a ponerse en acción, lo tercero es hacer una lista de cosas que nos gustaría hacer, y por último es ponerse en acción. Claro que no es tan simple salir del letargo y pasar a la acción. Yo, una vez que identifico lo que deseo, comienzo a hacer llamados, a buscar direcciones, etc., cosa de ir comprometiéndome conmigo misma, y no me pregunto si tengo ganas, ya que al comienzo nunca las tengo, pero conforme voy haciendo caminos me voy entusiasmando y el entusiasmo se va agrandando como una bola de nieve, que solo hay que hacerla rodar y ella solita se agranda. Por ejemplo: si quiero aprender otro idioma, lo primero que aparece es la cadena de desaliento: "¿te parece?, ¿para qué?, ¿a tu edad?, bla, bla, bla"!!. Pero un día me pongo en acción, llamo a varios lugares, elijo uno y sin darle más vueltas voy, y ¡ahí estoy, ¡construyéndome!, ¡aprendiendo un nuevo idioma!, haciendo algo que quedará en mi para siempre, como hacerle un cuarto nuevo a una casa y mejorarla.
No, no hay edad ni época para construir nuevas experiencias y saberes. Lo peor que nos puede pasar es NO HACER NADA. Quedarse mirando y criticando a los demás es la mejor butaca en el teatro de la vida para no avanzar, como el público que mira sentado. O se es público o se es actor, y de la vida de uno, mejor es ser actor. ¡Claro que da miedo!, pero aún los actores más prestigiosos sienten miedo, cosquillas y sudan cada vez que se suben al escenario. Subite al escenario de tu vida y llenalo de acciones. Vale la pena.
Lic. Verónica Lercari

jueves, 3 de enero de 2013

DESPEGARSE DEL OTRO Y RECUPERAR LO PROPIO


Los que vivimos en pareja, y más aún si tenemos hijos, nos resulta más difícil sostener a largo plazo aquellas cosas que nos identifican porque comenzamos a dejar “lo propio” por lo compartido, o per aún: por darle prioridad a lo del otro u otros, achicando nuestro universo al punto de creer que ya no podremos salir adelante sin “la ayuda” del otro.
Claro que en la vida de cualquier pareja siempre existe una época de plenitud en la que no pesa el hecho de habernos amalgamado tanto con esa maravillosa y controversial comunidad llamada “familia”. Pero, como en los cuentos de hadas, la dicha se va empañada siempre  por alguna causa, y tarde o temprano nos vemos frente a un espejo en el que no nos reconocemos. Es en esa etapa en la que sentimos que no podemos recuperar la alegría y no sabemos por qué. Simplemente: perdimos la perspectiva.
Cuando uno construye un mundo apoyado en el otro, todo parece ir bien mientras al otro no le suceda nada que empañe el andar feliz de ese universo. ¿Pero qué sucede si a ese otro u otros enferman, mueren, o lo que sea, que afecte ese idilio de mundo compartido feliz?. Yo te lo puedo decir: “se siente morir lentamente, hundirse en un tubo resbaladizo y que no tienes de dónde agarrarte para no seguir cayendo”. Es ahí en dónde te das cuenta que apostaste todas las fichas de tu felicidad a un solo número, y esa amalgama que hiciste con el otro no te da la distancia que necesitas para identificarte sin el otro y solo puedes dejarte caer con él. Hasta que un día se hace, en tu mente, una pequeña lucesita y te das cuenta que la única manera de volver a sentir alegría, o al menos algo parecido, es recuperando “lo propio”, simplemente aquello que te hacía feliz antes del otro. Despegarse del otro y volver a hacer cosas cotidianas sin ayuda ni dependencia, como llamar un plomero, ir al banco, etc., ya es el primer paso. Luego hay que atreverse a volver a hacer aquellas cosas que hacíamos antes de amalgamarnos con los otros, como tener un espacio físico propio, que puede ser un simple cuarto, recuperar un oficio, estudios, amigos, etc. Y es en ese volver a reconstruirse en el que nos damos cuenta que desde ese lugar de “uno entero”, no solo nos da un espacio propio e individual para recargar energía y sentir buenas sensaciones, sino que también nos da la posibilidad de poder “estar” con el otro verdaderamente bien y fuertes para ayudarlos y ayudarnos a transcurrir esos momentos eternos difíciles, como una enfermedad, por ejemplo. Porque de la única manera que podemos ayudar a los demás o hacer crecer una relación, es estando “enteros” con el otro y no amalgamados. Cuando uno logra juntarse con el otro sosteniendo “lo propio” enriquece ese universo compartido, pero cuando comenzamos a “depender” del otro es porque cedimos “lo propio”, tal vez por comodidad, y nos volvemos terriblemente vulnerables y dependientes del otro, ya que solo podremos ser felices en relación con el otro. Pero esa felicidad no dura toda TU vida, dura toda LA vida del otro. En cambio si logras sostener lo propio durante una relación o vida familiar, tendrás siempre una oportunidad de volver a sentirte bien cuando ya no estén, o de tener pequeños momentos de alegría durante la adversidad en situaciones familiares no deseadas.
Atrévete tu también a recuperar lo propio, solo te espera sentirte mejor.

Verónica Lercari