martes, 24 de enero de 2012

¿SER VIEJOS?

El otro día abro mi casilla de correo electrónico y me encuentro con dos "lindos" piropos procedentes de You Tube: "vieja chota" y "que vieja". Esto me hizo analizar mucho acerca de lo que significa "ser viejos" para mucha gente. La primera conclusión que saqué es que lo que significa no es nada bueno. ¡Les ATERRA el paso de los años!. Pero lo que me impresiona es que les de rechazo, asco, y que les sirva como un buen insulto. Todos sabemos que decirle "vieja" a alguien es una manera de insultar. ¿Qué nos ha pasado como sociedad para llegar a este tipo de mensajes y creencias?. Además: ¿cuándo se empieza a se viejo para esa gente, a qué edad?, porque si yo soy una vieja chota, que le queda a mi padre que cumple 80 o a mi esposo que tiene una docena de años más que yo?. Entonces recordé lo que una vez me dijo un director de teatro muy famoso, del que no revelaré su nombre para no hacerlo quedar como un ¿"viejo" verde?, me dijo que las mujeres después de los 30 son todas viejas...Además creo que no es un sentimiento compartido por las mujeres, de hecho nos encantan los hombres maduros, razón por la cual me hace pensar que es un sentimiento instalado por hombres misóginos, lo que me llama la atención es que sean tantos. Creo que las mujeres padecemos y recibimos el mensaje subliminalmente todo el tiempo, razón por la que reaccionamos  saliendo a luchar "contra la vejez". Y mientras el mensaje continúe instalado en la sociedad  nos será muy difícil que podamos resolver amistosamente el tema con nuestra vejez. ¿son los hombres, somos nosotras, son los medios de comunicación los que nos hacen saber permanentemente que solo cotiza en bolsa la mujer joven?. No se, no estoy segura. Pero lo que no concibo es el "rechazo" que les produce a mucha gente la vejez, y por cierto, ¡que esta comience a tan temprana edad!. La vida hoy en día puede durar un siglo, y si la sociedad nos rechaza por viejos a partir de los treinta ¿qué hacemos?, ¿nos desterramos como leprosos?. Por mi parte sepan que a mi NO me asusta mi vejez ni la rechazo en nadie, al contrario, creo que hay varias maneras de estar en la vejez, como hay varias maneras de estar en la juventud. Se puede tener una hermosa vejez o mostrar una espantosa vejez, de la misma manera que hay jóvenes hermosos que se cuidan, se valoran y cultivan en todo aspecto y hay otros que se abandonados y desperdician. En este momento de mi vida, que tanto esperé, estoy abocada a reivindicar a la "vejez" como un momento de grandes oportunidades, entre las que incorporo las de mostrarle al mundo que la vejez TAMBIÉN PUEDE SER HERMOSA física, mental, emocional, familiar y profesionalmente. Con una buena gimnasia corporal y facial, buenos hábitos alimenticios y sin adicciones nocivas se puede tener un físico y una cara "viejos" pero muy HERMOSOS. Yo no lucho en contra de ella, solo trato de extender mi juventud física, mental, espiritual y emocional para ir entrando "suavemente y lentamente" a esa transformación inevitable, pero manejable. Esto respecto a lo físico, básicamente. Pero respecto a lo intelectual, a lo mental, al conocimiento y a la sabiduría ME QUEDO Y ELIJO MI VEJEZ y NO A MI JUVENTUD. Para concluir: somos dos 50% en cada etapa: el físico y el mental al que le incluyo lo emocional y lo espiritual porque ambos son entrenables, educables y modificables con el tiempo, osea más mentales que físicos. Entonces ¿qué es más lindo o mejor: la juventud o la vejez?. Pensemos: la juventiu tiene su 50% físico más lindo, pero ¿lo sabemos, lo disfrutamos, lo aprovechamos?, NO ¿y sabés por qué? porque la juventud no tiene listo al otro 50% que es su mente para poder con ello, le faltan los años que le almacena el aprendizaje, el conocimiento y la sabiduría. La vejez, en cambio ya no tiene a su 50% físico 10 puntos, pero tiene su 50% mental 100 puntos.... Y con esto te dejo pensando. ¡Arriba el ánimo mis queridas Dorian Gray que los que nos insultan aún no alcanzaron su saber.

jueves, 19 de enero de 2012

ASÍ NACIÓ MI "VERLER"

Me cuesta rebobinar los hechos de mi vida y armar la secuencia del pasado. No tuve un marco afectivo apropiado para poder crecer sin dolor y sin tantas lágrimas. Pero lejos de querer hacer un tango trataré de contarles los hechos que me llevaron hasta aquí, un  lugar que hoy disfruto mucho y que también me hace renegar. Una cosa para compartir es que en el camino de la vida vas aprendiendo que no existen las vidas color de rosa, y eso es muy bueno, porque cuando te das cuenta de ello ya no deseas la "suerte" de nadie. Es en ese punto en donde comienzas a aprender que ser feliz es relajarse y no olvidarse de disfrutar cuando las cosas están bien y transitar las dificultades en calma. Bueno, después de esta intro que me humaniza comienzo mi relato: 
A los 22 años tomo una de las decisiones más trascendentes de mi vida: dejar de bailar. Algo golpea mi alma y decido abandonar el mundo de hadas y tules para formar parte del mundo común y cotidiano. Busqué trabajo pero no conseguía nada ya que NO SABÍA HACER NADA más que bailar. Así es como entro a trabajar en el único lugar que me abre las puertas: una fábrica textil. Trabajé de operaria unos años y en los últimos 2 de 5 terribles y durísimos años, realicé trabajos de oficina. Otro día les escribo con más detalles mi vida en la fábrica, porque no tiene desperdicio. Fue duro, algo así como descender al infierno, pero todos sabemos que para subir, primero hay que bajar. Me levantaba a las 3 de la mañana porque entraba a las 6 y para llegar tenía que tomarme 3 colectivos que me trasladaban a más de 2 horas de distancia de mi casa. Y a pesar de tardar otras dos horas o más en regresar, después de 9 horas de trabajo sentada en una máquina de cocer caliente que me hinchaban las piernas como batatas, yo sabía que si me "tiraba" en la cama  al llegar a casa, jamás saldría de esa situación, asique me duchaba, me ponía linda, "color", "perfume" y trataba de seguir con mis sueños. Estudiaba teatro los Sábados y cuando podía pagarme las clases de danza lo hacía, pero estas eran muy costosas para una operaria textil, asique me las arreglaba con una silla que hacía de "barra" y en mi pequeño departamento alquilado comenzó a diseñarse lo que algún día  sería mi profesión. Lo que hacía era muy bueno, mi cuerpo comenzaba a recuperar su forma estilizada, su tono, su gracia, etc. Pero a pesar de darme cuenta que estaba desarrollando algo que le haría bien a mucha gente, no fue tan rápido ni lineal el camino. De pronto sucede otro hecho que me lleva a tomar otra decisión crucial en mi vida: Berlusconi, sí el italiano, me elije para un personaje de una novela. Resultó que uno de los cientos de casting que hice en busca de trabajo como actriz llegó a Italia y fui una de las elegidas. Sin dudarlo me lanzo a la oportunidad y renuncio a la fábrica. "Manuela", la novela duró un año. Fue un año maravilloso, lleno de aprendizaje, de sueños, de luces, de maquillaje y también de angustias y sombras, por supuesto, nada es perfecto. Asique luego de trabajar a diario con famosos y consagrados como Grecia Colmenares, Jorge Martínez, Gabriel Corrado, Marita Ballesteros, María Rosa Gallo, etc., un día la magia llega a su fin y nuevamente me encuentro en otra encrucijada dura de la vida. Allí estaba sin trabajo y con muchas cuentas que pagar, entonces, ni quieta ni perezosa acudo a mi habilidad manual como "costurera" y me pongo a hacer muñecas de mimbre vestiditas de aldeanas con imán para las heladeras, también hice bijou, y salí a vender a la calle, hasta que un día la vida me cruza con un amor al que seguí sin dudar, otra encrucijada, otra decisión. Con él viví 1 año de princesa, tenía una bella casa, buena comida y un gran amor. Ya no trabajaba, estudiaba teatro y a pesar de moverme de canal en canal mi panorama actoral no se definía. Una noche negra, ese hombre que me había prometido amor eterno me dice: "quiero que mañana a la mañana te vallas". Para hacerla corta y para ir "redondeando" como decimos en TV, me encuentro viviendo nuevamente con mi madre, sin amor y sin dinero. Una noche triste en medio de un baño de inmersión en la pequeña bañadera y mirando al techo con los ojos llenos de lágrimas le pregunto a Dios en voz alta: ¿qué me estás pidiendo que HAGA que no te puedo escuchar?. La angustia me ahorcaba, mi vida era un vacío enorme, después de tanto no tenía nada. Entonces escucho una voz tan claro como el agua: "HACÉ LO QUE SABÉS HACER". De pronto lo entendí todo y salté de la bañadera como una tromba. Dios me acababa de conectar con mi camino. Esa noche supe que tenía un don, y no lo dudé, recordé a "mi silla" y mi gimnasia con técnica de barra en los tiempos duros de fábrica y el alma me volvió al cuerpo. Ese fue el principio. El resto lo dejo para otro momento. Pero no puedo dejar de contarles que la segunda buena noticia de esa noche  fue que conocí a mi esposo, mi verdadero amor. Otra encrucijada...
Con el cariño de siempre a mis seguidores, Verónica Lercari